Historias, imágenes y relatos

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¡Cumbre cerro El Plomo, 5.425 mts!

Cumbre cerro El Plomo

Los días 29 a 31 de marzo realizamos el que sería el último ascenso de la temporada 2023-2024 al clásico cerro El Plomo, de 5.425 mts. de altitud, contando con un tiempo espectacular.

Mucha gente en el cerro aprovechando el fin de semana largo, lo que hizo que el ascenso fuera siempre acompañado por una gran cantidad de entusiastas montañeros en el cerro.

Comenzamos el ascenso el día viernes 29, antes de las 11 am, subiendo en el andarivel de La Parva, mientras terminábamos de ordenar las cargas en las mulas de don Fernando Vega. El trek hasta el campamento Federación (4.150 mts.) lo hicimos por Piedra Numerada, porque al regreso iba a ser por Cancha de Carreras, para así realizar el circuito que permitiera que Matías, Marcelo y José Antonio puedieran conocer ambos recorridos.

Caluroso el día, pero ya cerca de las 3 de la tarde alcanzamos el campamento, donde montamos las carpas, domo, mesas, sillas y varios otros. Agradable tarde previo al intento de cima. Mucha gente también esperando el día de cumbre. Algunos pocos que habían ido por la cima ese mismo día, nos adelantaban que les tocó una muy calurosa jornada de ascenso.

Luego de comer temprano, antes de las 9 de la noche ya estábamos descansando, ansiosos por el día siguiente.

Considerando que el grupo se movía a buen ritmo, es que decidimos comenzar el ascenso a las 6:00 am, para evitar el frío de la amanecida a mucha altura.

Y comenzó el ascenso. Buena marcha hasta Agostini, lo que permitió descansar algunos minutos para continuar después. De a poco íbamos adelantando al resto de la gente que inició el ascenso horas antes que nosotros, para descansar por última vez en la pirca y, poco pasado las 11 am, el grupo en su totalidad alcanzaba la cima de este clásico pero exigente cerro. Mucha alegría y emoción y un gran esfuerzo por el objetivo conseguido.

Algunas varias fotos, una buena siesta cumbrera y a retornar al campamento, el que alcanzaríamos en poco más de 2 horas de marcha. Queso, galletas y aceitunas, tacos y por supuestos unas cervezas heladas fueron parte de la celebración post cumbre.

Al día siguiente a las 11:30 ya estábamos en marcha de retorno, felices por el viaje.

Felicitaciones a Matías, Marcelo y José Antonio en su primera aventura sobre los 5.000 mts., alcanzando de gran manera la cumbre de este clásico de la zona central. Y agradecimientos a Cathy por la gran ayuda en todo momento y a don Fernando Vega, por el profesionalismo y puntualidad en la carga con mulas desde y hacia campamento Federación.

 

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Ascenso Ojos del Salado y cumbre volcán San Francisco, 6.018 m.

Expedición Ojos del Salado

Desde el 20 a 29 de enero visitamos la zona de la Puna de Atacama, III región de Atacama, para realizar el ascenso al volcán Ojos del Salado, de 6.893 mts., el volcán más alto del mundo, la cumbre más alta de Chile y la segunda de América.

Luego de reunirnos en Copiapó, viajamos aprox. 3 hrs. junto a Constanza, Carolina, Soledad y Carlos (País Vasco), más el apoyo del clásico Feña Opazo hasta el refugio en Laguna Santa Rosa (3.750 mts.), donde comenzaríamos el proceso de aclimatación desde estas cómodas instalaciones. Luego de dejar bolsos y otros en el refugio Flamenco —espaciosa cabaña para 7 personas—, realizamos al segundo día el primer trekking hacia el cerro 7 Hermanos (4.890 mts), alcanzando la cumbre en un soleado y cálido día luego de algunas horas. Al regreso, Feña nos esperaba con abundante comida, refrescos y, ciertamente, algunas cervezas, etc. Muy lindo día.

Cumbre cerro Santa Rosa, 4.850 mts.

Cumbre cerro Santa Rosa, 4.850 mts.

Campamento base

Al tercer día ordenamos y volvimos a cargar las camionetas para trasladarnos hasta Laguna Verde (4.300 mts), donde montaríamos el campamento base —provisto de termas— hasta el término del viaje. No había tanta gente como suele ocurrir en esta fecha, en plena temporada alta. Silio, el “alcalde” de Laguna Verde, nos reservaba algunas pircas para montar las carpas, así que fue mucho más rápido poder dejar listo y operativo el campamento.

Campamento Base en Laguna Verde, 4.300 mts.
Campamento Base en Laguna Verde, 4.300 mts.

En Tejos

Al día siguiente fuimos en camioneta hasta el campamento Atacama (5.300 mts), donde iniciamos una caminata de altura hasta el refugio Tejos (5.800 mts), también como parte del proceso de aclimatación, ganando altura de forma gradual. Excelente tiempo; sin viento como pocas veces, por lo que pudimos disfrutar de un agradable día. En el refugio pudimos descansar y, aprovechando el sol, incluso pudimos estar afuera de éste sentados mirando hacia el imponente Ojos del Salado. Inolvidable.

Refugio Tejos, 5.800 mts.
Refugio Tejos, 5.800 mts.

Primer 6 mil

Al 5° día nos dirigimos muy temprano hasta el Paso San Francisco (4.700 mts.), hito fronterizo con Argentina, para realizar el ascenso al volcán San Francisco, de 6.018 mts, luego de una tarde y noche anteriores con algo de granizo en el campamento de Laguna Verde. ¿La montaña? Nos esperaba completamente blanca, desde su base hasta la cumbre.

Tremendo día, con un imponente sol que hizo en ocasiones algo agobiante el ascenso cuando no soplaba viento —a más de 5.500 mts de altitud—,  y con un cielo completamente despejado.

Volcán San Francisco, inicio del ascenso.
Volcán San Francisco, inicio del ascenso.

Tras poco más de 5 horas de marcha alcanzamos la cima de este apacible pero exigente volcán, acompañados por un gran grupo de montañistas rusos, guiados por Mario Sepúlveda, también alcanzando la cumbre.

Esta montaña fue mudo testigo del primer ascenso a un 6 mil de Coni y Caro quienes a paso tranquilo pero firme llegaron muy emocionadas a su cumbre. Minutos antes y aún en el sendero de subida, Carlos, en un simple y simbólico gesto, dibujaba en el camino una línea inédita para ellas que señalaba los 6 mil metros, barrera que cruzaron con mucha alegría.

Cumbre Volcán San Francisco, 6.018 mts.
Cumbre Volcán San Francisco, 6.018 mts.

Por su parte, Sole sumaba su tercer 6 mil y segundo ascenso a este volcán, mientras que Carlos conseguía su segunda cima sobre los 6 mil metros. Algunas fotos, mucha emoción y alegría en el punto más alto de esta montaña.

Tras cerca de una hora en la cumbre, comenzamos el descenso, acompañados ya de algunas nubes que presagiaban el escenario siguiente: una gran tormenta eléctrica proveniente desde el sur y que volvía más espectacular la jornada. Ya de regreso en el campamento base, nos preparamos para un buen baño termal y una recuperadora comida antes de ir a descansar.

Paso San Francisco.
Paso San Francisco.

Descanso y confiando en el tiempo

Luego de un día de merecido relajo en el campamento, nos preparamos para el objetivo principal del viaje: Ojos del Salado quien, con sus 6.893 mts. de altitud, constituía un reto de palabras mayores. Como ya es habitual en este tipo de ascensos, contando con la aclimatación adecuada previa es posible intentar cumbre desde Laguna Verde (4.300) en lugar de hacerlo desde cotas más altas, pero hay que comenzar el día algunas horas antes para poder dirigirse primero hacia el campamento Atacama y luego al refugio Tejos (5.800), punto desde donde descendemos del vehículo para comenzar la marcha.

arcoiris
Arcoiris luego de la lluvia en Laguna Verde.

Debido a la inestabilidad climática en las tardes que estaba viviendo la zona los últimos días, es que decidimos adelantar algo el ascenso. El pronóstico indicaba que desde las 3 PM comenzaba a caer nieve durante el resto de la tarde. No era una gran cantidad, pero las tormentas eléctricas de los días anteriores nos puso en alerta, por lo que había que comenzar y bajar temprano. Contábamos con tiempo suficiente, pero no había que confiarse.

Con el nerviosismo y ansiedad normales poco antes de un evento de este tipo, algunas horas antes que se pusiera el sol ya todos se encontraban descansando previo al horario de inicio de la jornada: 11:00 PM.

Ojos del Salado, día de cumbre.

Ojos del Salado, día de cumbre. Aprox. 6.450 mts.

El día

Y llegó el gran día. Feña nos esperaba con el “desayuno” a las 11:15 PM. Tranquilos y medios dormidos aún, salimos desde el campamento base cerca de las 12:15 AM. Algunos pudieron dormir plácidamente; otros en forma intermitente y también algunos casi nada. Se sumaba al equipo Brian, otro clásico guía de montaña de la zona, quien nos acompañaría cerrando el grupo durante el ascenso.

El inicio de la marcha comenzó a las 2:30 AM, bajo una estrellada, quieta y cálida noche, como pocas veces toca. Con algo de nieve que cubría parcialmente la ruta, pero siguiendo las huellas que un grupo abrió un par de días antes, el avance fue consistente, a pesar que en algún momento previo al amanecer bajó la temperatura como resultado de una suave pero pareja brisa que soplaba desde el sur, golpeando al grupo directamente a la cara. Con la salida del sol y tras algunos espacios para descansar, se sintió un nuevo ánimo en el grupo para continuar avanzando. Sabíamos que faltaba mucho, pero ya alcanzábamos los 6.500 mts. y comenzábamos a superar el gran nevero por su margen superior.

Coni, quien había sentido unas molestias desde hacía un rato, finalmente decide regresar para no atrasar al grupo hasta la camioneta, acompañada siempre por Brian. Caro, Sole y Carlos se encontraban bien, por lo que continuamos ahora ya un bastante agradable sol.

El cielo apenas presentaba algunas nubes, por lo que nos daba la confianza suficiente para seguir subiendo. Otro par de horas y ya veíamos desde la parte baja del cráter un bloque de roca oscuro que se levantaba a lo más alto del cerro: sí, la cumbre; lejos aún pero ya a la vista, lo que trajo consigo más confianza para seguir avanzando.

En el cráter y la cumbre

11:20 AM: Carlos y Caro llegan al cráter y, ciertamente, quedan maravillados con la vista desde los 6.720 mts. La cumbre se sentía cerca, lejos aún, pero cerca. Cuidado, siempre hubo conciencia que quedaba mucho trabajo aún, pero la sensación de cercanía era muy grande. Sole, por su parte, se encontraba todavía más abajo del cráter, por lo que bajé a avisarle que esperara en en este punto hasta el retorno del resto, que se encontraba en muy buenas condiciones para alcanzar la cima.

Cráter_ojos_salado

Cráter Ojos del Salado, 6.730 mts.

Sí, pero…

Fue cosa de unos breves minutos en que todo cambió. Desde el sur —por la cara opuesta de la montaña— aparecieron de a poco algunas nubes, pero tras unos instantes toda la cumbre quedó cubierta y comenzaron a caer algunos copos de nieve. La montaña se cerró; el frente de mal tiempo se adelantó a lo que indicaban todos los pronósticos chequeados. Dura decisión estando tan cerca, pero todos conocían las condiciones meteorológicas esperadas y las que precedieron a este día. Había que bajar de inmediato.

Muchos y ruidosos truenos acompañaron el descenso, pero afortunadamente no hubo mayores contratiempos y en menos de 2 horas estábamos de regreso en el final del camino vehicular sobre el refugio Tejos, reuniéndonos todos nuevamente. Había cansancio y tristeza por no haber conseguido la cima estando tan cerca, pero al mismo tiempo y por sobre todo, tranquilidad por haber hecho lo correcto.

Ya de regreso en el CB, donde llovió de forma intensa algunas horas, aprovechamos lo que quedaba de la tarde para ir a las termas, comer, comer y comer para luego descansar luego de una larga jornada. Fue un día muy intenso, fuerte y emotivo.

Finalmente

Último día en el CB; desarmado de equipos y de regreso a Copiapó. Sí, se notaba algo de tristeza no tanto por la cumbre, que quedó de alguna manera relegado a un segundo lugar, si no por los tremendos y agradables momentos vividos durante los 9 días que estuvimos en la montaña.

Ya en Copiapó, luego de una merecida —y necesaria– ducha, fuimos por unas pizzas, cerveza y otros. Excelente despedida de un gran viaje.

Coni, Caro, Sole y Carlos, —y hablo por Feña también—, fue un gran gusto haberlos llevado y compartido en el cerro. Oportunidades nuevas siempre vendrán.

Adolfo Dell´Orto S.
Enero 2024

 

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La misma historia una y otra vez

Una y otra vez se repite el mismo cuento en los cerros de Chile que cuentan accesos simples y acercamientos breves: los rayados en las rocas. Esta vez fue el turno del cerro Alto Las Vizcachas, de 1.871 mts., uno de los cerros más visitados de la Sierra de Ramón, en la comuna de Las Condes, Santiago. Es un hermoso mirador de los contrafuertes cordilleranos, como los cerros Provincia (2.750), morro Tambor (2.880) y el San Ramón, la mayor altura, con 3.253 mts de altitud, además de ofrecer una vista privilegiada del valle de Santiago.

Los accesos más próximos a este cerro son por el sector de La Plaza, más al sur de la entrada de San Carlos de Apoquindo, lugar que es administrado por Parque Cordillera y cobran por entrar, pero además existe otra también más al sur denominada comúnmente como El Remanso, donde actualmente hay un portón y en ocasiones se instala una persona con apenas una mesa y cobran entrada al mismo valor de la mencionada anteriormente, sin contar con ningún tipo de equipamiento en el área de entrada. Pero ese es otro tema.

Retomando lo anterior, llama la atención la dedicación, esfuerzo y tiempo dediccados por la “gente” que realizó los últimos rayados en el ascenso al Vizcachas, porque fueron marcadas centenares de rocas, incluso las más pequeñas que estaban en el sendero (vean la galería). Fue un trabajo arduo, hay que reconocérselo a esta “gente”.  Pero, siendo serios: ¿Cuál es el objetivo o sentido de hacer daño por gusto? ¿de verdad esta “gente” cree que lo que hacen es un aporte? Si toman fotos a sus “obras” y luego las suben a sus redes, ¿se llenarán de likes y caritas contentas por la gracia que hicieron? Y, lo que es peor, ¿se enorgullecerán por ello, tipo, compartan?

¿Son o se hacen? Siendo generoso y aprovechando que estoy de buen humor, creo que un poco de ambas.

Creí que los rayados se limitaban en gran parte a los muros de la ciudad, sobre todo en el centro y alrededores de Santiago y en otras grandes urbes fuera de la capital, pero vemos con tristeza e indignación que la mala educación y bajeza de algunos genera daños innecesarios en lugares donde precisamente lo que busca la mayoría de la gente es alejarse y olvidarse por un breve instante —fuera de la actividad física— de estos malos hábitos y ver desde cierta lejanía, que todavía quedan espacios que abren un corto pero necesario paréntesis de quietud de dónde venimos. O, más bien, desde dónde subimos.

 

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Cajón del Bello: glaciares y montañas

Cajón del Bello; vista hacia el sur, aprox. 4.800 mts., con el cerro Marmolejo (6.180 mts.) de fondo. Foto: Adolfo Dell´Orto, 2021

Cajón del Bello

El Cajón y glaciar del Bello —al norte de las termas del Flaco y justo donde nace el río Yeso, Cajón del Maipo— es un glaciar de montaña que recorre el valle del mismo nombre de norte a sur, rodeado de grandes pero poco frecuentados cerros, pues los accesos y también el poco conocimiento de ellos hacen que este sea un lugar con reducidas visitas en general. 
Se trata de un glaciar que cubre un área de aprox. 3,6 km2, alrededor de 336 hectáreas hacia el año 2020, con un retroceso aprox. de -1.02 km2 comparado con los datos registrados en 1986 (1). Los glaciares que alimentan este valle son el Yeso y Pirámide, que caen desde el noreste y sureste, respectivamente.
Algunas de las montañas que encierran a esta masa de hielo, son:
  • Bello, 5.230 mts.
  • Cuerno Blanco, 5.038 mts.
  • Punta Hoff, 4.882 mts.
  • Yeguas Muertas, 4.812 mts.
  • Punta Kobe, 5.067 mts.

 

Laguna Los Patos, vista hacia el sureste. Foto: Adolfo Dell´Orto, 2017

La laguna de los Patos, ubicado algo más al norte de los baños del Plomo y por la ribera oeste del río Bello, es una típica, hermosa y simple caminata desde las termas, pudiendo apreciarse desde su punto más alto algunas de las montañas que componen este cajón.

Glaciar Pirámide; vista hacia el noreste. Foto: Adolfo Dell´Orto, 2018

El cajón del cerro Pirámide (5.448 mts), paralelo hacia el este al cajón del Bello, aporta hacia el valle desde sus escarpadas paredes de orientación sur y suroeste con sus hielos que reptan desde lo alto hacia el sureste, siendo parte también del Bello. Aunque cuenta con un acceso muy cercano a los baños o termas del Plomo y ofrece un hermoso trekking, recibe muy pocas visitas debido a la poca claridad en el inicio del valle, siendo poco visible y evidente desde la base para recorrerlo.

Glaciar Pirámide, Foto: Adolfo Dell´Orto, 2018

A pesar de sus aspecto rocoso, bajo algunos centímetros (30-100 cms aprox.) de roca, piedras y tierra, se encuentra un glaciar de aproximadamente 50 metros de espesor en promedio, que recorre valle abajo cerca de 6.5 kms. (2) y que converge hacia el cajón del Bello. En este punto ya no es posible apreciar hielo en la superficie, pero bajo una gruesa capa de rocas y material arrastrado de las laderas superiores, sí es factible encontrar hielo mezclado con rocas (glaciar rocoso).

Vista hacia el noreste, desde faldeos del cerro Cuerno Blanco (5.038 mts). Foto: Adolfo Dell´Orto, 2022
Desde la cabecera del Cajón del Bello —hacia el norte— donde se arrastran lentamente los hielos hacia el sur, es posible apreciar montañas que no son visibles desde el valle central, no sólo por su lejanía o ubicación geográfica, si no por estar en caminos o predios donde no siempre es posible acceder por múltiples restricciones, pero que sin duda son dueñas de un tremendo valor escénico. 
  •  Cerro Aconcagua, 6.963 mts.
  • Cerro Chimbote, 5.493 mts.
  • Cerro Polleras, 5.993 mts.
 
Fuentes:
  1. https://www.glaciareschilenos.org/retrospectiva-glaciar/glaciar-bello/
  2. https://repositorio.uchile.cl/handle/2250/117952

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¡Cumbre volcán Sajama, 6.542 mts!

Vista hacia el poniente (Chile), con los Payachatas de fondo, desde la cumbre del Sajama.

El día 14 de julio alcanzamos la cuarta y última montaña de 6 mil metros planificada, cerrando así un viaje de casi 20 días nada menos que con la máxima altura de Bolivia, el nevado Sajama, un tremendo coloso que se eleva 6.542 mts. sobre el nivel del mar, emplazado en medio del altiplano boliviano, solo, sin montañas que le hagan sombra alrededor.

Participantes: Renato Mertens, Francisco Carrasco, Adolfo Dell´Orto y Mario Pérez.

Volcán Sajama, desde el pueblo del mismo nombre.

Tras subir el volcán Acotango 3 días antes, decidimos tomar un día de descanso visitando por la mañana los geysers de Sajama y en la tarde las espectaculares termas del mismo nombre, un espacioso lugar abierto que invitaba a pasar mucho tiempo en el agua caliente. Y de verdad no daban ganas de salir, porque son realmente agradables.

Mirador de los geysers.

El descanso

Más que descanso —que ayudó mucho, claro— la decisión pasó más que nada por evitar una noche en un campamento intermedio ubicado a 4.700 mts. que no aportaría tanto considerando que contábamos con aclimatación previa, por lo que sólo sería desgaste movilizar equipos y otros por una sola noche. Al día siguiente habría que caminar más, sí, pero hay más ganancia en dormir bajo que alto. Debíamos, por tanto, ascender desde el hostal ubicado a 4.250 mts hasta los casi 5.700 mts del campamento alto. Todos los ascensos organizados por Mario Pérez —guía boliviano y propietario (junto a Ana) del hostal donde nos quedamos— incluyen uso de porteadores, sin excepción, por lo que el ascenso hasta aquel punto resultó bastante más amistoso. No escuché quejas por ello.

Los Queñoales, punto de inicio del trek hacia, primero, el campamento base y luego al campamento alto.

Acercándonos

El sector donde comienza el sendero hacia, primero, el campamento base del Sajama, denominado Los Queñoales, se caracteriza por tener una cantidad tremenda de Queñoas o keñua (Polylepis tarapacana), un árbol de altura que crece en esos desolados parajes, alcanzando varios metros de altura. Una vez iniciado el ascenso, el camino transcurre por una estrecha quebrada que va ganando metros progresiva y suavamente, hasta alcanzar el campamento base, un amplio valle plano y cómodo para acampar, siempre bajo la mirada atenta del volcán, quien cierra este valle con su imponente cara oeste.

Tras un breve descanso, retomamos la marcha hacia una opción de campamento intermedio, llamada “23 de marzo”, lugar donde almorzamos y descansamos unos instantes. El camino hacia el campo alto es una débil huella sobre arenales y algunos tramos de acarreos, fuertemente azotado por el viento debido a su configuración, propios de una canaleta.

Vista a la cara oeste del Sajama desde el campamento base, 4.700 mts.

A 5.700

El campamento alto se ubica sobre un estrecho portezuelo, suficiente para albergar cerca de 6-7 carpas, provista de nieve y protegido por un peñón de roca que evita que sea aún más ventoso. Saldríamos a la cumbre Mario (guía), Renato y quien escribe. Francisco había resuelto días antes permanecer en el campamento

A la 1 am sonaron los despertadores y, con la cara llena de risa, nos levantamos. A pesar del viento constante, logramos dormir algunas horas. Listos, todos afuera y a las 2:20 estábamos ya en marcha. La noche era negra y solo se veía algunas luces esparcidas por la amplitud del valle a los pies de la montaña. La primera parte del cerro era un sendero de arenas firmes, por lo que en menos 40 minutos ya estábamos a los pies de la canaleta, un tramo breve de nieve dura y algo de hielo que da la impresión de ser más empinada de lo que aparentaba. Aun así, debíamos superar sus escalonados pasos con el debido cuidado.

Campamento alto, 5.700 mts.

La arista —la sección más entretenida del volcán— provista de algunas trepas y varios rodeos en roca y que debido a la oscuridad de la noche daba la sensación de verticalidad en algunos aéreos pasos, fue superada también en poco tiempo, aunque ahora con más viento durante su ascenso. Ya cerca de las 5 estábamos a los pies del cono, sobre los 6 mil metros de altitud.

Con las primeras luces del amanecer y ya sobre un infernal campo de penitentes, la cumbre comenzaba a asomarse de a poco. O eso creíamos, porque a cada tanto aparecía otro cono cimero. Y otro.

Proyección de la sombra del Sajama hacia el poniente, con los primeros rayos de la amanecida.

Sobre los 6.250 mts., los penitentes dieron tregua y pudimos avanzar sobre nieve dura, limpia y pareja, lo que ayudó bastante en los últimos metros, no sin antes tener que rodear una enorme y profunda grieta que cortó nuestro victorioso avance. Tuvimos que cruzarla sobre lo que en principio creíamos era un dudoso puente de nieve, pero tuvimos que reconocer que fuimos prejuiciosos con dicho puente, pues atravesamos el obstáculo ida y vuelta sin ningún problema.

La cumbre

Ahora sí; cumbre a la vista. Sabía de lo amplia que era la cima de este volcán, pero mis cálculos y referencias fotográficas quedaron definitivamente cortas: ¡es enorme! 3, 4, 5 canchas de fútbol, no sé, pero es realmente grande y plana. Y fría. Y ventosa. Un par de fotos y de regreso al campamento. Renato conseguía su seismil número 30 y Mario como su 5.000, no sé, pero muchos Sajamas. Un gusto nuevamente haber alcanzado otra cumbre con Renato y haber seguido a Mario en este ascenso.

Bajamos el cono, destrepamos la arista y la canaleta, para así estar al mediodía de regreso en el campamento alto. Desarmamos todo y de regreso por la misma huella que el día anterior nos recibió cargado de ilusiones mientras ascendíamos por esta hacia cotas mayores. Estas no son sólo palabras clichés —que lo son, ciertamente—, si no para quiénes suben montañas y, sobre todo al día anterior a la cumbre, el sendero es uno de los pocos testigos mudos de los miles de pensamientos que se cruzan y aparecen en la mente a medida que se gana cada metro durante la subida; ¿será muy pesado? ¿será muy difícil? ¿podré subir?, etc. Un monólogo interno que no calla y alienta como atormenta.

¡Cumbre Sajama!

En fin, da para otro tema. Lo cierto es que en esta oportunidad sí alcanzó y todas esas ideas fueron silenciadas al momento de pisar el punto más alto de la montaña.

Cerca de las 6 de la tarde estábamos ya en el vehículo que nos trajo de regreso al hostal de Mario y Ana, para devorarnos esa deliciosa comida e irnos a dormir con la felicidad y satisfacción de la cumbre obtenida y de un tranquilo retorno.

Sábado: regreso a la aduana —con un tipo muy desagradable del SAG exigiendo los formularios de entrada—, transfer a Arica y domingo descanso en el hotel esperando el vuelo de regreso. Casi 20 días de viaje y ascensos por el altiplano chileno-boliviano.

Felicitaciones a Renato, Francisco y un gusto haber trabajado y compartido con Mario. Y agradecimientos a la atención y comidas de Ana; al power cargando equipo del “che” Gary y sobre todo Aurelio y por supuesto a los inolvidables ladridos nocturnos de Suki y…seguro se me pasó alguien.

Adolfo Dell´Orto S.
Julio 2023

 

 

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Taruca, el desconocido y desprotegido huemul del norte

No muy buena imagen de 2 ejemplares de Taruca, en los faldeos del volcán Tacora, XV región de Arica y Parinacota, octubre 2021. Foto: Adolfo Dell´Orto S.

La Taruka: desconocido y desprotegido ciervo del norte

Este ciervo se denomina taruca o huemul del norte Hippocamelus antisensis. Su nombre proviene de la palabra “huemul” que es de origen mapuche y en realidad corresponde a la otra especie de ciervo de este mismo género (Hippocamelus), mientras que la palabra “taruca” de origen quechua (taruka=venado) y aymara (taruka=venado pequeño).*

En octubre de 2021, subiendo por el antiguo y deteriorado camino al volcán Tacora, de 5.890 mts., en cuyas laderas sobre los 5.000 mts de latitud se encuentra una antigua y abandonada mina azufrera, tuve la oportunidad de ver por primera vez a este ciervo que solo había leído sobre su existencia y visto algunas fotos.

Ascendiendo en 4×4, a  la distancia pude ver algo que se movía sobre unas antiguas construcciones de roca, abandonadas y destruidas, a unos 4.700-4.800 mts. de altitud. No tenía el color de guanacos o vicuñas, siendo estas últimas bastante abundantes en esta zona a pesar de la caza furtiva de “chuteadores”, como se les denomina a estos forajidos que cruzan la frontera desde Perú en busca de su carne y sobre todo, pelaje. Era algo diferente, sin duda.

Detuve la camioneta, tomé la cámara, me acerqué lo que más pude para evitar que huyeran y con un lente de 300 mm. traté de enfocarlas para reconocerlas. A pesar de la gran distancia que nos separaba, con seguridad el ruido del motor las alertó previamente quedándose quietas. Aun así,  pude distinguir a 2 figuras de color gris que miraban hacia donde nos encontrábamos. Sabía de la existencia de este ciervo en estas latitudes, pero no esperaba verlas de ninguna forma, para qué voy a mentir

Octubre 2021. Foto: Adolfo Dell´Orto S.

Una vez que se “relajaron”, comenzaron a saltar, a moverse en círculos y, luego de algunos movimientos más, se quedaron quietas nuevamente; nos volvieron a mirar y arrancaron, perdiéndose ladera arriba, siendo imposible volver a reconocerlas otra vez.

Las imágenes que pude captar son bastante deficientes pero me sirvieron para conocerlas “en vivo”, puesto que se trata de una especie —varía según el autor y estudio al parecer— en peligro de extinción o vulnerable.

Cualquiera que sea su condición, pienso que es evidente que debería estar dentro de alguna donde exista la protección adecuada para ejemplares que ven amenazados su hábitat, principalmente —y, como es casi siempre—por la acción humana, que progresivamente reduce su espacio, además de cazadores furtivos, entre otros.

Les dejo un interesante link, con muy buena información y excelentes imágenes.

*: https://educacion.mma.gob.cl/wp-content/uploads/2015/09/LaTaruca_HuemulDelNorte.pdf

Octubre 2021. Foto: Adolfo Dell´Orto S.

 

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¡Cumbre volcán Tupungato – 6.585 mts!

Camino a la cumbre del Tupungato, 12 marzo 2023 (Foto: Adolfo Dell´Orto S.)

Cumbre Volcán Tupungato – 6.585 mts.

El día 12 de marzo alcanzamos la cima de este imponente volcán, ubicado en el límite con Argentina, en pleno corazón de Los Andes centrales de Chile.

Este viaje debió haberse realizado la primera semana de enero, pero fue aplazado por mal tiempo; solo recordar los aluviones en el Cajón del Maipo durante esos días debido a lluvias en altura. Se esperó hasta último momento y el tiempo acompañaba, por lo que solo quedaba confirmar a Marcelino (arriero), ordenar el equipo, comprar la comida y partir.

Día 1:

Salimos de Santiago relativamente temprano, ya con los primeros tacos de inicio de año escolar, reuniéndonos casi a la hora acordada en Alfalfal. Nos juntamos con Marcelino al final del camino vehicular (puente cortado en Chacayar), ordenamos, dejamos listas las cargas para las mulas y comenzamos la marcha de aproximación.
Bastante caluroso el día, pero a medida que ascendíamos por el cajón —bordeando el río Colorado— se podía sentir algo de brisa en la cara, de otra manera hubiera sido de verdad asfixiante.

El camino transcurre por senderos bien definidos, ganando altura lentamente hasta el sector de Baños Azules o Pozones, donde hay que bajar desde la llanura superior para luego cruzar el río Museo y ascender hasta una arista que obliga a bajar nuevamente, cruzar el río Azufre —caudaloso y siempre con ese color chocolate— para otra vez volver a subir.

Último tramo antes de alcanzar el primer campamento (Aguas Buenas). (Foto: Adolfo Dell´Orto S.)

Un nuevo valle que se estrecha hacia el sureste, flaqueado por paredones verticales de estratos y que vuelve a abrirse tras pasar por una cerca, deja al grupo en el campamento 1 —Aguas Buenas—, protegido sector, provisto de un cobertizo de los arrieros y con una parrilla que invita a sentarse en torno a un asado. Y así fue; devoramos lo que sería el último lujo antes de entrar al verdadero terreno montañoso.

Día 2

Orden de equipo, carga de animales, algunas fotos a los cururos que se asomaban fuera de sus galerías e inicio de nueva marcha, sobre un amplio valle que se dividía en 2 luego de un par de horas de caminata. Nunca deja de impresionar la vista del  cerro Chimbote, de 5.493 mts., al final del Cajón de los Perdidos.

Sebastián, Armando, Teresa, Caherine y Pablo con el cerro Chimbote de fondo, un cerro que solo se logró alcanzar la cumbre en 2011, por la cordada Farías-Fainberg. (Foto: Adolfo Dell´Orto S.)

Tas unas 2,5 horas de marcha aparece la primera vista del Tupungato, hacia el sureste, dejando en claro que el ascenso no iba a ser breve ni menos simple, pero verlo ya constituía una emoción tremenda.

Una vez atravesado el famoso “Mal Paso”, que esta vez no fue tan malo como en otras oportunidades, se alcanza el campamento Vega de los Flojos, un hermoso y amplio lugar para acampar, teniendo como telón de fondo las glaciadas laderas del cerro Sierra Bella —5.275 mts.— quien, a pesar que ha perdido dramáticamente hielo de sus laderas, sigue siendo una montaña realmente linda.

El campamento Perdices, a 3.700 mts. aprox, es unlugar cómodo y muy lindo para pasar la noche. Protegido por algunas rocas y con agua a mano, es un excelente lugar para pasar la segunda noche.

Campamento Perdices, aprox 3.700 mts. (Foto: Adolfo Dell´Orto S.)

Día 3

Luego de una agradable noche bajo un estrellado cielo y tras ordenar las cargas para que Marcelino las subiera al campamento Penitentes (4.400 ms.) e incluso un par más hasta el siguiente, reanudamos la marcha. El terreno era bastante pedregoso —lecho del estero— pero en poco tiempo alcanzamos el sendero que baja desde el volcán mismo. Progresivamente íbamos ganando altura, lo que permitía admirar las montañas de fondo, como el Sierra Bella y ahora el Polleras (5.993. mts.) —pedazo de cerro—, hacia el norte, entre otros.

Cerros (izq. a der.) Polleras y Sierra Bella, tomada desde el sendero que conduce hacia el campamento a 5.150 mts. Vista hacia el noreste (Foto: Adolfo Dell´Orto S.)

 

Día 4

Tras otra agradable noche ahora en el campamento penitentes, nuevamente ordenamos todos los equipos y cargamos las mochilas, dejando ordenadas las cosas que iban a permanecer hasta nuestro regreso. Ascendimos por un sinuoso y suelto sendero hasta el siguiente campamento.

Luego de superar este tramo, encontramos un valle de altura provisto de varias pircas, siendo una muy buena alternativa para montar campamento. El último tramo del camino fue a través de una huella bien definida sobre una ladera que ganaba en pendiente mientras ascendíamos, la que nos dejó en el campamento ubicado a 5.150 m aproximadamente. Una amplia explanada con algunas pircas, bastante agua y buena vista hacia el norte y oeste, fueron nuestro refugio durante las siguientes 3 noches.

Vista hacia el Aconcagua, la mayor altura de América (6.963 mts.). (Foto: Adolfo Dell´Orto S.)

Día 5

Ese día vimos diferentes opciones en la estrategia para alcanzar la cumbre: una de ellas era portear equipo hacia el siguiente campamento ubicado 5.650 m para luego retornar  y, al día siguiente, tomar el resto del equipo y acampar en la altitud antes mencionada. La otra opción que fue la que finalmente acordamos todos, consistía en portear el resto del equipo al campamento de altura para luego —al día siguiente— descansar en el campamento a 5.150 mts. Esta es una buena opción para poder descansar a una altitud menor.

Día 6

Día de descanso, de hidratación y comer en abundancia; preparación de equipo para el día de cumbre e ir a dormir temprano. Ansiedad.

Primeros rayos solares, alumbrando a los cerros Sierra Bella, Polleras y Polleritas. Vista hacia el noreste.

Día 7 (de cumbre):

Y llegó el día. Despertadores a las 3 am. A pesar de la cantidad de horas en el interior del saco de dormir, pocos durmieron bien: ansiedad, nerviosismo, ganas. Café, algo para comer y salimos algo después de las 4:40 am. Seguimos las luces de un grupo de argentinos que habían llegado al campamento el día anterior y continuamos la marcha juntos. Antes de las primeras luces del amanecer, el grupo se tuvo que dividir momentáneamente para luego volver a reunirnos después de un rato. Lindo día, poco fría la amanecida y buen paso hacia los pies de la canaleta, famoso estrecho corredor que gana altura progresivamente entre piedras, neveros y penitentes que no obstaculizaban tanto la marcha.

 

Catherine y Teresa en la cumbre del volcán Tupungato; poco antes Sebastián y Pablo la habían alcanzado, pero el fuerte viento les impidió esperar al resto (Foto: Adolfo Dell´Orto).

Ya sobre la explanada y tras dejar la canaleta, el viento comenzó a soplar intensamente —no muy frío— pero sin dar tregua. Saludamos a los argentinos que hicieron cumbre previamente y seguimos hacia el filo que conduce a la cima de norte a sur. Hacia el este el viento era menos intenso debido a que la artista nos protegía, pero al asomarnos levemente sobre ella, se volvía a sentir con fuerza. Los primeros en hacer cumbre (Sebastián y Pablo), llegaron unos 45 antes y nos topamos cerca de la cumbre chilena. Otros 45 minutos más y la cumbre ya estaba bajo nuestros pies. Solo un par de fotos, videos y a emprender la bajada. Teresa y Cathy felices a más no poder.

Algunas nube que acompañaron el camino, mientras el grupo desciende a los pies de la canaleta. Fotos: Adolfo Dell´Orto.

Algunas nubes rodearon el cono cimero mientas descendíamos, pero se concentraron principalmente sobre el campamento —1.400 mts más abajo—, por lo que no fue un obstáculo. De hecho, dejó ver unas imágenes muy lindas que generaba el contraste entre nubes, cerro y cielo.

Descenso de la canaleta y nubes de fondo.Ya de regreso al campamento, algo rápido para comer y a descansar. Fue una larga jornada que tomó varias horas y metros de desnivel, pero la satisfacción de haber alcanzado el objetivo fue superior a todo el cansancio, frío y dificultades vividas durante el camino hacia el punto más alto.

Día 8

Levantamos campamento y dirigimos la marcha hacia campamento Penitentes donde, luego de comer e hidratarnos, continuamos el camino hacia el siguiente campamento —Perdices—, para pasar la noche a menor altitud y en un más cómodo y protegido emplazamiento. Extendimos unos nylon en el suelo, sacos de dormir y a mirar el cielo estrellado.

Día 9

Muy temprano Marcelino y Nacho pasaron con las mulas para recoger la carga dejada en Penitentes, por lo que ordenamos las cosas que íbamos a dejar para que él recogiera después y reanudamos la marcha hacia Aguas Buenas, último campamento antes de regresar a Santiago.

Lindo día, algo de viento que hizo menos calurosa la jornada y ciertamente con la tremenda satisfacción de la cumbre conseguida. Y los pensamientos que se cruzan en el monólogo interno mientras se camina son siempre —o casi— los mismos: la felicidad de la cima. Más allá del cansancio del viaje y del duro día anterior, el sentimiento de bajar con la cumbre es difícil de transmitir a través de estas líneas. No se trata sólo de un número que engrosa el listado de cumbres anotados en una hoja, es un trabajo que comienza muchas semanas antes y estar en el cerro intentando esa cumbre  sólo es la consecuencia de lo anterior. Insisto, es difícil —o no sé cómo— llevar a palabras ese sentimiento.

En fin. Algunas horas de marcha y Aguas Buenas, último campamento donde nos esperaba un maravilloso asado —por preparar—, cervezas, bebidas, etc. Para no creerlo.

De izq. a der.: Catherine, Marcelino, Pablo, Nacho, Sebastián, Armando y Teresa esperan ansiosos un más que merecido asado post cumbre…¡maravilloso! (Foto: Adolfo Dell ´Orto).

Día 10

Y llegó el último día de este extraordinario viaje. Orden de equipo, carga de mulas y a caminar. Algunas horas de marcha por el mismo camino que habíamos iniciado 10 días antes cargados de ilusión y sueños. Ahora devolvíamos los pasos con la pega hecha, sin novedad alguna y una felicidad indescriptible. Arriba de los autos y a la espera de una más que merecida ducha.

Marzo 2023

Sebastián, Pablo, Marcelino, Armando, Teresa, Catherine y Adolfo, última foto grupal antes del regreso. Foto: Nacho.

 

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¡Cumbre cerro El Plomo – 5.450 mts!

Cumbre cerro El Plomo!😁

Con un día realmente espectacular, cero frío y casi nada de viento, conseguimos la cumbre de este mítico cerro, símbolo de valle de Santiago y objetivo de muchos quienes intentan por vez primera grandes alturas.

Comenzamos el ascenso un día sábado, encontrando muchísimas carpas en el campamento Federación (4150 mts.). Al bajar de la cumbre el domingo quedaban muy pocas, por lo que fue especial estar prácticamente solos durante ese día. Al regresar a Santiago el día lunes, nos topamos apenas con unas cordadas motivadas.

Felicitaciones a Benjamín y Krasna por su primera cumbre y Alejandro nuevamente por la pega.

 

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Imágenes Cerro San Ramón

Cerro San Ramón

Algunas imágenes del cerro San Ramón (3.125), comenzando muy temprano desde El Remanso (cercano a San Carlos de Apoquindo). Había granizo acumulado en las laderas debido a las precipitaciones del día anterior (12 noviembre 2022), pero ya para la tarde no quedaba casi nada. Ventoso desde que alcanzamos la arista que conecta el Tambor (2.893) con el San Ramón y muy frío en el último tramo previo a la cima.

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Camino al volcán Tupungato

Camino al volcán Tupungato

El cajón del río Colorado, además de ofrecer un trekking espectacular durante sus largos kilómetros de marcha, entrega verdaderas postales por las montañas que lo rodea —muchas de ellas que registran pocas visitas—, pudiendo apreciar desde las alturas de este extinto volcán un paisaje verdaderamente sobrecogedor de los Andes centrales.

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